Con Miguel Hernández

Lo mismo que inventar es comprender
algo que aún no existía
y traducir lo oscuro al lenguaje de la luz,
leer su corazón
fue soñar un idioma sin la palabra usura,
sin miseria, injusticia, desigualdad, prohibido...
sin palabras que fuesen veneno en el agua
y sal en la herida. (...)
Benjamín Prado

sábado, 25 de diciembre de 2010

Durante el tiempo que ha pasado desde que conmemoramos el centenario de su nacimiento en el taller literario de la Escuela de Adultos El Villar, hemos conocido a un Miguel Hernández emocionalmente cercano. De leer sus poemas hemos pasado a imitarlos, a escribir poniéndonos en su piel. Cada palabra suya ha sido un manotazo duro, un nudo en la garganta, pero también un soplo de dignidad. A veces nos preguntamos si, en su desdicha, este aforismo del poeta Vicente Núñez :"No hay más felicidad que la que no tiene futuro" no estará hecho a su medida. ¿Qué futuro tuvo Miguel, como hombre, como persona? Leemos poemas sueltos de su Cancionero y Romancero de Ausencias y sentimos de qué manera se agarraba a la vida, sabemos de su dolor y de sus efímeros momentos de felicidad. Nadie como él para decirnos que sólo la poesía salva nuestras vidas. Sólo ella se salva.

Navidad 2011