Con Miguel Hernández

Lo mismo que inventar es comprender
algo que aún no existía
y traducir lo oscuro al lenguaje de la luz,
leer su corazón
fue soñar un idioma sin la palabra usura,
sin miseria, injusticia, desigualdad, prohibido...
sin palabras que fuesen veneno en el agua
y sal en la herida. (...)
Benjamín Prado

domingo, 16 de enero de 2011

Canción última

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias
(...)



Esta casa en otros tiempos no muy distantes estuvo habitada. Alguien tuvo un sueño y, sobre la fuente más conocida del pueblo, la de Raimundo, edificó un pequeño paraíso. Plantó árboles y trajo un tranvía. Pasó en ella los veranos frescos y saludables y después la abandonó. El paso del tiempo y la visita continuada de jóvenes y adolescentes, atraídos por ese halo de misterio que despiertan los sitios extrañamente abandonados, han certificado el estado ruinoso en que ahora se encuentra. Es como si hubiese pasado un tornado. Lo que en otros tiempos era un objeto de deseo por su singularidad y belleza, hoy se ha convertido en lugar predilecto de jóvenes grafiteros. Algunos han dejado muestras más o menos anodinas, pero de entre todos ellos destaca uno distinto que, en su ajustada sencillez monocrómatica,reivindica la figura de Miguel Hernández. Hoy he visto este lugar más lleno, con otra presencia, con otra luz y otro aire. Qué buena idea elegir a Miguel para que sostenga las paredes, para evocarnos la belleza indestructible de los sueños, para devolvernos la esperanza.
No sé quien ha pintado esta casa, pero ya no esta vacía, ni sola, ni nada.

viernes, 7 de enero de 2011

dadnos hoy la boca que sople, apagando el volcán (Elena Medel)


Desde que El País Semanal publicó, allá por el mes de marzo de 2010, con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, varios artículos que fueron solicitados a importantes personalidades -poetas, escritores, músicos, estudiosos de su obra, políticos-,no he dejado de indagar en la vida y en la obra del poeta, de rastrear la Red en busca de cualquier información, acontecimiento, bitácora, etc. que hablase del poeta. No conocía al profesor Eutimio Martín, ni al escritor y biógrafo de Miguel Hernández José Luis Ferris, o al escritor y especialista en la obra del poeta Jesucristo Riquelme, o el estupendo blog personal del artista plástico y enamorado de todo lo relacionado con el poeta de Orihuela Ramón Fernández Palmeral. Con todos ellos he disfrutado del conocimiento y de la pasión que les produce la vida y la obra de Miguel Hernández. Este año hernandiano que finalizó hace sólo unos días ha sido riquísimo en manifestaciones y actos conmemorativos y de agradecimiento, de reconocimiento y de desagravio a una figura humana excepcional y a una obra que todavía nos estremece. No voy a ser yo quien diga por qué, qué tiene de excepcional su poesía, su corta pero intensa vida. Que lo digan sus biógrafos, que lo cante Serrat, o que lo escriba Luis García Montero, o Benjamín Prado, o Antonio Muñoz Molina. Es difícil sustraerse a la simpatía que genera ese hombre que, como dice José Agustín Goytisolo: “Nace, escribe, muere desamparado”. Sí, que lo cante Joan Manuel Serrat que ha compuesto una segunda entrega de sus versos hechos canciones, que, bajo el título de Hijo de la luz y de la sombra, supone una prolongación y también un complemento del trabajo que realizó en 1972 con textos hoy ya emblemáticos. Ahora que hace más de un siglo que nació, ha llegado el tiempo de leer -quien todavía no lo haya intentado- a Miguel Hernández.

Dejo aquí un enlace a los textos publicados en El País Semanal.
Esta Historia conocida, escrita por José Agustín Goytisolo, la canta mi amigo Lucho Roa,conocedor y difusor de la poesía de Miguel Hernández y también de otros muchos poetas españoles y del otro lado del Atlántico. Este artista también está entre nosotros y es alegre y canta así, de esta manera.


Historia conocidaJosé Agustín Goytisolo
Es una historia conocida, amigos,
todos la recordamos,
–viento del pueblo se perdió en el pueblo–
pero no ha terminado.
Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros,
alegre, iluminado,
que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte,
libre como los pájaros.
¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.
Se estudian sus poemas, se le cita,
y a otra cosa, muchachos.
Pero su nombre continúa, sigue,
como nosotros, esperando
el día en que este asunto, y otros muchos,
se den por terminado.
¡Qué bonito sería! Nace, escribe,
muere desamparado.

jueves, 6 de enero de 2011